OPINIÓN GP | JOSÉ LUIS CUENCA @piratacuenca | COLUMNA PIRATA
Ni el más paranoico podría haber acertado hace unos días todo lo que le iba a ocurrir a este país política y futbolísticamente hablando. Se ha dicho mucho desde que el pasado martes saltara la noticia del fichaje de Julen Lopetegui por el Real Madrid y más aun cuando sobre el mediodía del miércoles, Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) anunciara su destitución a tan solo cuarenta y ocho horas de comenzar el Mundial.
En una vuelta de tuerca más a esta historia, en la tarde de ayer, jueves, Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, presentaba al técnico guipuzcoano como nuevo entrenador del club merengue en una ceremonia en la que se produjo alguna situación un tanto lamentable.
La actitud de Florentino en la tarde de ayer obedece a un intento de lo que coloquialmente conocemos por “dar la vuelta a la tortilla”. Sabe perfectamente que ni él ni Lopetegui han actuado bien al negociar y cerrar un acuerdo a espaldas de la RFEF, cuando el ya ex seleccionador acababa de renovar por dos años con la federación y encontrándose este último concentrado con el equipo nacional en el momento de hacerse pública la noticia, a escasas horas del inicio del Mundial.
No obstante, en lugar de realizar un discurso institucional en la presentación de ayer, el presidente del Real Madrid ataca: “todo es una reacción de orgullo, alimentada por aquellos que quieren desprestigiar al Real Madrid”. Ya está, ya le ha dado la vuelta al tablero. Para Florentino hay dos tipos de personas, los anti madridistas y los no anti madridistas.
El nuevo entrenador del conjunto blanco se defendió: “lealtad es decir la verdad”, expresaba, para más adelante sentenciar: “soy una persona leal, sobre todo leal a mi responsabilidad”.
A todo esto, uno escucha a Florentino y a Lopetegui y piensa, ¿qué entienden estos dos hombres por lealtad? Evidentemente a Rubiales le han dicho la verdad, pero se la han comunicado al final de la película, sin haber conocido el desarrollo del proceso y encontrándose ya en Rusia.
Igual hubiera sido más leal llamar antes de entrar en el cine, cuando compraban las palomitas y decirle: “hola Luis, somos Florentino y Julen. Queremos llegar a un acuerdo. A ver si lo podemos hacer todo de modo que no se filtre nada hasta ya finalizado el mundial y que no afecte a la Selección”, en lugar de espetárselo todo durante los títulos de crédito y con el acomodador ya invitándoles a salir de la sala.
No obstante, tengo que decir que hubo algo ayer que me pareció más lamentable aun si cabe. Álvaro Benito, compañero de la Cadena SER, pregunta a Lopetegui si cree que Cristiano Ronaldo es el mejor jugador del mundo. En ese momento parte de los asistentes al acto abuchean al periodista y tras unos segundos Lopetegui responde que siempre querría a Cristiano a su lado y que el mejor del Mundo está en el Real Madrid.
En ese momento me sentí abochornado. Hace pocas semanas, Julen había declarado que nunca vio a nadie jugar como Messi, pero eso no es lo que me abochorna. La libertad de expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción es un derecho fundamental, reconocido en el artículo 20 de nuestra Constitución. Es muy peligroso hostigar a un periodista por el simple hecho de que no te guste su pregunta, expresada esta, además, con total respeto y orden.
Me intriga conocer el objetivo de quienes abuchean al periodista. ¿Pretenden que no preguntemos aquello que no les agrada oír?, ¿desearían que alguien, algún ente, censurase aquellas cuestiones que consideran inapropiadas?, ¿les molesta el Título I de la Constitución Española? Al realizarme estas preguntas mi inquietud aumenta y mis miedos se extienden. Ojalá no volvamos nunca a esos tiempos en los que el periodista, el escritor, el creador o cualquier persona de la calle, veían coartada su libertad o su curiosidad por miedo a perturbar a los demás por el simple hecho de pensar diferente.