OPINIÓN GP | D.J. VÍLCHEZ @JuanitoVF | EL FONDO SUR
Decía Jorge Valdano que el fútbol son estados de ánimo.
Estos estados hacen que grandes plantillas se vengan abajo ante una mala racha, y que equipos llamados a no estar arriba cojan carrerilla en un momento dado de la temporada se instauren en la parte alta y permanezcan en ella.
En Granada se ha pasado en pocos meses de una a otra con increíble facilidad.
Atrás quedaron las tardes es las que ir a Los Cármenes era poco menos que un martirio para sus aficionados, el pesimismo había inundado cada rincón del estadio, los regates no salían, los pases fáciles se tornaban en imposibles y jugadores llamados a marcar la diferencia se diluían como un azucarillo. La afición, cansada de no ver ganar a su equipo y después de la temporada esperpéntica del descenso empezó a abandonar el estadio, ya no era una caldera, ya no iban de la mano. El divorcio era palpable. Nadie creía en los milagros.
Llegaba una temporada dura, el presupuesto bajaba considerablemente, el club se veía obligado a prescindir de jugadores que solo unos meses antes eran considerados franquicia. Y a todo esto se le sumaba una Liga 123 que por nombres puede ser la más igualada y complicada de la historia de la competición.
En esos condicionantes llegó Diego Martínez, sabedor de la situación desde el principio adopto un perfil bajo, sabía que tenía que conformarse con lo que le quedara y que no iba a ser fácil y se centró en una de las cosas más complicadas en el mundo del fútbol, que sus jugadores tuvieran hambre, que se comportaran como un equipo, como una orquesta que solo tiene sentido si funciona al unísono. Y vaya si lo ha conseguido, después de la derrota de Riazor, en la que el equipo dio muestras de no rendirse pese a ir perdiendo por dos abajo, el equipo se rehízo a la perfección dando lugar a una de las mejores primeras partes que se recuerdan en mucho mucho tiempo por Los Cármenes.
El baile en los primeros 45 minutos al Córdoba fue tremendo y solo los palos y las paradas de Carlos Abad impidieron que el Granada CF se marchara al descanso con un marcador de escándalo.
La orquesta funcionaba a la perfección bajo la batuta de un Montoro inconmensurable. Ojo a la dupla que hace con San Emeterio porque va a dar tardes de muchas alegrías.
La segunda parte, el bajar el pie del acelerador, un penalti cuestionable o una ola en la grada para mi gusto prescindible, llevaron al Córdoba a acercarse en el marcador y a crear cierto estado de nerviosismo y sufrimiento en el equipo. Hay que aprender de ellos también, en la 123 no valen confianzas.
Pero ahí estaban ellos, los 8000 que no paran de crecer jornada tras jornada y que confiaron en el equipo desde el primer día, los que nunca abandonarán este barco aunque tenga agua por todos lados y que, aun críticos en muchas ocasiones con los errores en la gestión, están cuando más se les necesita. A cada golpe del Córdoba reaccionaron animando al equipo para llevarlo en volandas. Hacía tiempo que no se vivía eso. Era necesario. Como dijo el míster: “Eso también es competir”.
Era necesario un partido así porque se ha sufrido mucho. Por momentos recordé el año del ascenso a 1º, aquel año éramos uno, empezamos a creer que era posible, cogimos carrerilla y nos hicimos imparables. Algo parecido puede suceder este año. Pero es hora de rebajar la euforia, volver al plan inicial, recordar que el único objetivo posible es conseguir cuanto antes los 50 puntos y luchar juntos para conseguirlo.
Pero aunque sea por unos días permitámonos soñar, disfrutemos del Granada CF 2º en la clasificación, del Recreativo Granada 1º en 2ºB con Nacho Buil tirando a golazos las puertas del primer equipo, ojo a este chico, y con el Femenino líder también de su categoría.
Aunque sea por unos días, soñemos juntos y no dejemos que nadie nos despierte. ¿Y si cogemos carrerilla de verdad?
Quedan 36.