7 diciembre, 2023 05:54
Javier Ruiz - Libreria Praga

OPINIÓN GP | JAVIER RUIZ @sevennorth | LA COLUMNA DEL 5

Quince de diciembre de 2017. Comienza la Copa del Rey, la nueva Copa. Doscientos cincuenta y seis equipos: todos los de Primera, Segunda, Segunda-B y los ciento treinta y cuatro mejores equipos de Tercera del año pasado. Todo el país involucrado. Hay equipos de todas la comunidades, desde Finisterre a Cabo de Gata, de Girona a Huelva. Campos de tierra, césped artificial y según avance, grandes estadios. Siete partidos, la final se jugará en el campo del equipo campeón del año pasado el sábado 6 de enero de 2018 a las 18:00. Habrá fútbol casi todos los días de Navidad y a la vez el 28 de diciembre todos los jugadores del país, salvo los de los ocho afortunados que se clasifiquen para Cuartos, estarán de vacaciones. Todos los partidos se jugarán en casa del equipo que menos puntos haya obtenido en las últimas tres ediciones. Noventa minutos, prórroga y penaltis. Dos turnos, siete y nueve de la noche. Cuando acabe el último partido de cada día se sortea —sorteo puro— la siguiente ronda. Las TV venderán paquetes especiales: 20, 30 euros, con la competición completa. Los días festivos se jugará a las doce de la mañana y a las cuatro de la tarde. Habrá precios razonables en las entradas y facilidades para los viajes de las aficiones visitantes.

¿Imagináis qué competición? Siete partidos en veintiún días. Cada día de las vacaciones un par de partidos y un multifútbol. Regalos de camisetas y ¡el balón de la Copa! para reyes, negocio para hoteles, bares, para todo el mundo. Toda Europa pendiente del carrusel de fútbol español, de esa extraña Copa enloquecida que se juega en tres semanas y llena los estadios y distrae al país. Pan y circo navideño de la mejor calidad.

Pues no, no os lo imaginéis. La Copa española se juega con vergüenza y alevosía, con un sistema que ni los más aficionados entendemos, escondida en horarios en los que ni niños ni trabajadores podemos ver los partidos. Un desastre. Unas eliminatorias se juegan a un partido pero las de los grandes, vayan a perder o estresarse, a dos. A las 22:00, diez de la noche, jugó el Granada en Zaragoza con poquísima gente en el campo. Además, jugaron los suplentes y perdimos. Además, la mayoría de los suplentes estuvieron sosos, lejanos, faltos de ritmo y de ganas. Solo Kundé y Espinosa parecieron interesados, también el portero. Además, el árbitro se equivocó en dos goles en contra. En dos. Gran noche para ser aficionado: un partido horrible de una competición que te encanta y que todo el mundo parece despreciar (menos tú) y tu equipo se pone de perfil y le pitan fatal y pierde y es muy tarde al acostarte, que tienes que trabajar mañana. Gran noche.

Y el domingo juegan a la una. Hora de comer. No a las doce ni a las cuatro, a la una. En la plataforma de pago más utilizada, no retransmiten el partido, no está ese canal. ¿Por qué? Porque no. Y en la web que tiene ese canal, no venden suelto ese partido, tienes que abonarte. 9,99 euros al mes. Pero es que ya tengo todo lo demás que ofrece. No entiendo cómo nos organizamos. Señores, se trata de vender. Si quiero un partido al mes, ¡vendan! Al final veo el partido en una extraña web de apuestas con una calidad que recordaba a los tiempos de la RDSI y aquellos vídeos con un pixelado espantoso. El partido empieza, cuando llego, con el Granada manteniendo el tipo y sobrellevando al árbitro gracias de un gol de Ramos. El Tenerife pega y pega bastante y el árbitro perdona una expulsión y algunas faltas que rompen el ritmo y provocan contras de los isleños. En seis minutos dos grandes noticias, que falta que nos hacen: expulsan a Suso (que debería llevar bastante rato expulsado después de una plancha inexplicable) y sale, por fin, Peña. Inmediatamente crea peligro, se asocia, se ve —mal, que la web no da más de sí— lo buen futbolista que es. Hay dos contras y las dos se defienden mal y contra diez, perdemos dos a uno. Queda nada y queda final del partido y sé que en los finales del partido el Granada palma. Como una pesadilla, como una infernal rueda de hámster, seguimos en la temporada 16-17 y perdemos en el minuto noventa. Pero esta vez, milagro, no palmamos. Una jugada, un error del Tenerife y empate a dos. Seguimos imbatidos. Una semana con una derrota a las diez de la noche y un partido visto en una web de apuestas. Qué duro es ser aficionado en un país tan irracional. El fútbol habla tanto de nosotros.

El Granada B ha ganado. Fuera. Lo cual demuestra que no hay ninguna ley de la física ni de la lógica que impida a un Granada CF ganar. El sábado a las cuatro de la tarde, horario apropiado por una vez, lo comprobaremos. Seguimos imbatidos.

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