La segunda, mola

OPINIÓN GP | JAVIER RUIZ @sevennorth | LA COLUMNA DEL 5

Tarde de sol y un extraño y agradable buen tiempo. En la A44 un todoterreno alemán se tira encima de mi pequeño utilitario. Cuando protesto, el engominado conductor me hace gestos explícitos de lo mal que le caigo por no apartarme raudo para que pasen él y su fantástico coche. Aparco en Neptuno y voy andando hasta el Zaidín. Paro en un bar de barrio, de esos que le gustan a los pijos que nunca han vivido en un barrio y escriben en suplementos culturales. El café es recio y está bien hecho. El borracho que hay a mi derecha protesta por algún motivo que no quiero ni puedo entender. La camarera sudamericana es más grande que el espacio que tiene en la barra. Otra mujer, también enorme, me mira volcada en un taburete junto al mío. Pago el café e insulto entre dientes a los putos periodistas culturales que creen que vivir en un barrio es una elección entrañable. El borracho me da la mano al salir, sonríe y farfulla algo ininteligible.

Llego en el minuto de silencio y hay una cola tremenda. Un tipo con el pelo cano y rizoso y unos vaqueros de mercadillo tira vasos de plástico al jardín y dice que teníamos que empujar todos contra los tornos y que para qué sirven las medidas de seguridad, si alguien quiere meter una bomba la mete.

Quince minutos tarde de nuevo. Me dicen que Germán está jugando muy bien y que la defensa está muy seria. El Alcorcón domina durante la mayor parte del tiempo y tira al palo en el minuto 25. El Granada se parte en dos por primera vez en la temporada. Agra es más extremo que centrocampista y aunque provoca un par de buenos desmarques, el equipo pierde centro del campo, pierde toque y posesión sin Pedro. Tal vez para jugar con él y Machís la solución sea retrasar a Peña y cambiar a un 4-3-3, cosa, por cierto, poco razonable tras el gran partido que dio ayer en la mediapunta. La vieja manta del fútbol —de la vida— que a los pobres les deja los pies o la cabeza o los dos al aire. El Alcorcón domina y Peña avisa con un balón maravilloso al hueco que no aprovecha un espléndido Kunde.

La sensación al descanso es que el Granada no ha estado al nivel de otros partidos, que el equipo está más espeso y peor compensado. Echo de menos a Baena y a Pedro, Alberto Martín tal vez no estuvo al nivel que acostumbra. También, sabemos que en estos partidos en cuanto que se abra la lata, el partido se decantará.

Minuto 54, Víctor Díaz mete una rosca desde una posición bastante retrasada como para ser dañina. Ramos se desmarca y —como los grandes— resuelve a un toque para mandarla al segundo palo. Apareció la calidad y se abrió la lata. Dos minutos después, Ramos gana un balón por alto, Peña la amansa y se la deja en los pies para que aguante la entrada del defensa y marque con la izquierda. Poco después, Machís y Peña fallaron, o salvó el portero, un gol imposible. Joselu, Baena y Hjulsager tuvieron algunos minutos que son importantes porque van a ser necesarios en lo que queda de temporada y conviene que no pierdan la forma. Empezó a hacer un frío tremendo y todos aplaudimos al buen equipo que tenemos cuando saludaba al final del partido desde el centro del campo. Pero el partido se había acabado con el segundo gol de Ramos.

La segunda mola: partido a las seis de la tarde, dos goles y a casa. El año que viene, si subimos, jugaremos un lunes a las nueve de la noche, lloverá y cualquier equipo de medio pelo te mete tres y te da la noche y la semana. La segunda, mola.

Terceros, a un punto del ascenso, a seis del liderato. Un equipo que no existía en septiembre. Gran trabajo.

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