29 noviembre, 2023 04:15

OPINIÓN GP | JAVIER RUIZ @sevennorth | LA COLUMNA DEL 5

El deporte nos interesa básicamente por lo que nos cuenta de la vida. Nos cuenta belleza y ética, competencia y lucha. Lo dijo Camus del fútbol y así lo hemos vivido estas dos semanas.

La semana pasada un Doncic con dieciocho años y fiebre le pide cabeza y calma a sus mayores. Luego falla el tiro decisivo y lo sufre con rabia, con rabia de ser competitivo y solidario y tener más y mejor espíritu que casi todos.

No he visto apenas al Granada en la televisión normal: o lo veo en el campo o lo veo en emisiones malas a través de extrañas plataformas. No tengo el canal 1-2-3 y Movistar creo que sólo ha retransmitido este partido de los que ha jugado fuera. Ojalá Bein vendiera los partidos sueltos pero no lo hace, sólo suscripción: desastre.

Partido grande el de Pamplona, campo histórico, afición volcada como siempre. Me he fijado —porque cada día me sorprende más el tema posafición— que el Reino de Navarra no parecía tener grada de animación al uso. Estaban allí los tipos y animaban a su equipo, como siempre, como los Cármenes en los que me hice aficionado. Luego, por la noche, veo la ridícula grada del Bernabéu en la que unos señores con uniforme blanco hacen el tremendo esfuerzo de animar a su equipo. Decía Owen Jones en “Chavs” que nos habían robado el fútbol. Precios altísimos para abonos y entradas, reformas de estadios para que todo el mundo esté sentado —y cobrar más por los asientos—; en España, además, reparto absurdo del dinero televisivo, horarios nefastos y competición supeditada a la televisión. Consecuencia: en muchos campos hay gradas ciborg de animadores a los que, ¡santo cielo!, les cuestan más baratas las entradas porque animan. Aficionados animando, lo que hay que ver. Luego se ven olas y saludos de fondo a fondo y todo da un poco de vergüenza. Esto es serio.

Seria es la selección, uno de las pocos símbolos que unen en un país en el que ni la bandera, ni el himno son aceptados por todo el mundo. Ilusiona esta selección y sorprende la polémica absurda de la bandera en la camiseta. Una franja azul no puede ser la morada republicana salvo en las calenturientas mentes que ven confabulaciones donde no las hay y —en consecuencia— en las chanzas de muchos que sentimos cariño por la bandera derrotada. Ilusiona la España de Iniesta, Silva, Isco y Thiago. Toque, orden y talento. Una imagen agradecida de lo que nos gustaría que fuera nuestro país y tantas veces parece no serlo. Dos emigrantes en ese cuarteto nos recuerdan, también, qué somos, de dónde venimos. La franja azul que vemos morada es el país que podríamos ser y, quizás, deberíamos ser. Ilusión para unos y temor para otros: la España de siempre.

A las nueve de la mañana ya me temía lo peor. Hace varias semanas, mirando el calendario, pensé que era el más difícil de los partidos que venían. No me equivoqué. El Sevilla chico demostró las virtudes de los filiales, jovenzuelos con gusto y técnica que saben jugar y, también, conocen el fútbol subterráneo que se les supone a jugadores más viejos: porteros que tardan un procés en sacar, defensas que pegan, delanteros que fingen. Serán jóvenes pero tienen mucho aprendido. Y fútbol: el 11, Pozo, fue una tortura para la defensa del Granada. El 24, Felipe, demostró calidad y clase. Uno, internacional con España, el otro, con Uruguay. Por Felipe Carballo han pagado más que el Granada por cualquier fichaje de los realizados este año. Lo de los filiales en Segunda habrá que revisarlo mejor antes que tarde. Pero no sólo estos dos, todo el equipo salió dispuesto a dominar el partido, a llevar el peso del juego como pocos equipos han intentado este año en los Cármenes.

Baena, Machís, Ramos. Sí, sé que Ramos apenas ha jugado pero creo que es un déficit enorme no disfrutarlo. Ojalá cuanto antes logre tener continuidad. Baena se ha notado más hoy que en otros partidos, ha faltado su liderazgo, su comprensión del momento del partido. Y Machís es ahora mismo la gran estrella granadina, demasiada pérdida por un amistoso.

A pesar de todo el partido se pudo ganar y se perdió en dos errores del Chico Flores, un penalti un tanto absurdo y un córner en el que el delantero se le escapa. Enorme el gaditano pidiendo perdón luego en las redes, cómo se agradece ese gesto y ese compromiso. Otro error que nos lastrará en varios partidos es la autoexpulsión de Montoro, comprensible su enfado por la derrota y la forma en que se desarrolló el partido lo que incluye a un árbitro un tanto inescrutable en sus decisiones pero un tipo tan importante y tan maduro debería controlar más sus emociones y no cometer esas locuras. Que no nos pase nada en los comités. Ay.

Antes de la locura, Montoro fue el mejor junto con un Espinosa cada vez más en el papel de genio de la lámpara. Espinosa es el jugador exquisito que nos va a deslumbrar con pases filtrados que nadie más ve. El Granada, pese a la derrota, jugó bien varios ratos, sobre todo en el primer tiempo, y jugó al son que marcaban ellos dos. ¿Podemos pedirle a Espinosa un poquito más de continuidad? Claro. Y que reciba los pases filtrados Machís. Mejor.

Hizo sol y buen tiempo. O lo que sea esto en Granada. Porque el sol me daba sólo en la cabeza y el cuerpo estaba helado. Extraño clima el de nuestra tierra, sol en el campo, umbría en la grada sur. Ganar, perder, es parte del juego, parte de la vida y de la Segunda. Éramos líderes y perdimos con el colista. No se quejen, así son estas cosas.

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